El bello “Pez León” (Pterois volitans), sumamente hermoso y vistoso, originario del Pacífico Oeste y de Oceanía, causa alerta entre los conocedores del tema en Costa Rica, país hermano. Esta especie es un carnívoro voraz, que hace un tiempo fue detectado en la Zona Atlántica, poniendo en peligro la fauna de la región y causando además, serias lesiones en los seres humanos que entran en contacto con sus ponzoñosas espinas*.
A mis cuarenta y cinco años; madre de tres menores, cocinera para una empresa de construcción desde los veinte y dos y bachiller del colegio distrital Convatier de Neiva, conozco mi natal pueblo tolimense y los recovecos de la inmensa capital solamente. Jamás he tocado el mar, no tengo la menor idea de lo que se entienda por bucear y estas letras las transcribió mi hija Sandy Milena, de veinte y tres años – La mayor de mis cinco amados retoñitos – de una arrugada y tiznada hoja de papel escrita en esfero rojo; parte de la investigación para la tarea dada por el profesor de humanidades, sobre la visita del colegio de Yudy Patricia, de diez, al zoológico –ese día se despertó sola a las 4:30 de la mañana, sin pensar que la llevaban a un sitio lleno de creaturas que no entendía- y que el compadre Delio, que tiene un local de llamadas telefónicas llamado Colombi@net, me ayudo, en parte, a sacar de internet.
El pececito era sin duda atractivo y su historia interesante, pero sobre todo, la moraleja que el docente en clase les enseño, a todos, me pareció lo más importante: “No se debe juzgar un libro por la pasta” y le agregaría yo: “caras vemos, pero, corazones no sabemos”, así que, por inofensivo y natural que algo parezca, hay cosas que a rajatabla no deben permitirse ni pasarse por alto.
¡HA! y cuando el río suena… Piedras lleva.
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