jueves, 18 de junio de 2009

C h i m i n i g á g u a.

La lóbrega tarde en un barrio obrero del occidente capitalino, toca a su extinción en la cotidianidad de un día intermedio, entre el alegre folclor del fin de semana y la cruda épica de un lunes aciago. A esa hora, las trabajadoras gentes de una clase media pujante, atraviesan el ambarino y amplio parque, que de manera habitual reboza con el voluptuoso aroma del pan a la puerta del horno, listo para ser llevado como vianda de la primera ración del siguiente día y con el vital eco de aquellos espontáneos atletas y sus barriadas, que entregan el alma entera en una intensa sesión de futbol sala. Alejado de los espacios habituales del arte pero no del drama, esta área polideportiva se transforma por la magia del teatro, en las manos de los diez integrantes de Chiminigagua – en dirección de Cesar Grande Ladino -; en una profusa fusión de temáticas políticas, mortuorias, violentas, familiares, de vida y de música que lleva a sus espectadores a través de un discurso de lúcido amor y animo inteligente, apoyados por una fuerte coreografía de movimientos acrobáticos, que retan la pericia física del más valiente y que a través del simbolismo del cuerpo humano, entrega a su público una obra extasiada en un cumulo de trascendentales sensaciones.

Hasta el 23 de junio estarán haciendo esta genial muestra de avezado teatro, por las localidades bogotanas como parte de un proyecto de sensibilización, para luego atravesar las masas de agua que los llevaran por la Unión Europea, en una gira que muestra la cara colombiana que a todos nos enorgullece; ese rostro en oleo y espátula de pintores. En cuerda, batuta y uña de músicos magistrales. En musculo, metal y sudor de deportistas consagrados y en las vísceras, la mente y el espíritu de actores tan expresivos como perspicaces.




© Fabricio Franco Talero +57(311)811 85 35

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