jueves, 28 de mayo de 2009

Lucky Star.

En la espesa y profunda penumbra solo la música de mil ángeles profanos rugía, como el cielo y el infierno juntos perdidos en la valides del mortal reflejo de sus cabellos dorados, que rebatían los multicolores ases de laser y neón, con la gracia de la mar en una noche de luna alienada. Sus ojos brillantes y carmesís desgarraban la razón con el fulgor de la roma incendiada, su nariz perfilada tallaba el cuello sin piedad, al alzarse sobre la rosada y marmórea piel inducida de una vibrante energía. Sus rojos y carnosos labios ocultaban la peligrosa entrada a una caverna de perlas perfumadas, en un vaho etílico y acaramelado, que a su vez manaba de lo más profundo el ansiado eco de una buscada invitación. Sus pechos generosos atrapados entre pectorales y brazos masculinos, no hacían otra cosa. Su vientre chorreaba sudor ajeno, sus caderas agitaban el deseo sin perder el bit y sin rehusar el control de unas manos duras, fuertes e inteligibles. El DJ mesclo Lucky Star lo suficiente, para humedecer hasta bordear la deshidratación, a los cuerpos que se debatían gustosos entre la niebla de la pista del club y para hacerles invivible el lugar, el gentío y la verticalidad.

© Fabricio Franco Talero +57(311)811 85 35

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