miércoles, 27 de mayo de 2009

Para las Ideas.

Teclear cada una de las letras, que conforma cada una de las palabras, en cada una de las entradas de un Blog, implica providencial e inequívocamente la generación de ideas, en la medida justa, que cada palabra pensada, escrita y dicha, alude a un conjunto de pensamientos, sensaciones y sentimientos, anclados en las profundidades de la psique humana; escríbase la palabra “perro”, instantáneamente la cruda imagen de su promiscuo ex novio, llega a la mente de una de las seguidoras de este Blog, o, la feliz diapositiva de un Golden Retriever, lamiendo con devoción en profunda expresión de cariño, la boca de alguna otra asidua lectora, o también, el rápido, económico y apetitoso almuerzo de un estudiante de la universidad nacional, que igualmente navega la red por estos recónditos parajes. Así la psique humana, varia en las generalidades de un contexto vivencial colectivo y también, en las particularidades de las experiencias vitales de cada individuo. Siempre que el individuo y las comunidades registran en las palabras significados de su pasado, presente y futuro o de su imaginario, estructuran con esto, un peldaño más en el camino a la trascendencia de su pasado, de su presente, de su futuro, de su imaginario y de sí mismos. He ahí la importancia de tener continua y permanente corrección en lo que se escribe, o más exactamente, en las ideas que con ello se generan, pues con ellas, bien nacemos a cada instante o morimos de una vez por todas.

Para animales en evolución como el hombre, las palabras son ideas y las ideas son la realidad que vive. Con regularidad las ideas consumen los esfuerzos y la vida del ser humano, sean estas las que sean; realistas, positivas, incluyentes o de las anteriores ninguna. Y definitivamente cada ser debe creer en lo que le place, le complace o en lo que por Perogrullo le gusta; pero debe entender el riesgo que aparece realmente cuando, la felicidad o no felicidad emergente, toma aires sacramentales, pues es en ese punto donde toman tintes fundamentalistas las exclusiones a las felicidades o no felicidades ajenas.


No basta la idea que alguien tenga para curar el cáncer, porque realmente debe demostrar que la idea funciona; bastando no solo con decir que ya curo a fulano, zutano y perencejo, sino a todo aquel que padezca el mismo mal, sin que para ello se obligue al paciente, al conocimiento del creador de la cura; o al del creador del creador de la cura, o al creador por antonomasia -si es que en ultimas si existe-. Hay que exigir con rigor probatorio todo argumento. Hay que desnudarse y desnudar la verdad, arriesgándose a tener que cambiar, si las evidencias lo verifican, todos los fundamentos.

© Fabricio Franco Talero +57(311)811 85 35

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